Elevarse hacia el vacío
VILLA SAVOYE | arq. Le Corbusier | 1929 | Poissy, Francia
"...La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad. ... "
Le Corbusier
El tren se detiene en la Estación de Poissy, 130 km al noroeste de París, y una pequeña ciudad jardín nos recibe repleta de flores y casas de dos plantas diseminadas por el paisaje apacible y aireado. El sol abraza las angostas veredas que nos acompañan en el recorrido hacia nuestro destino: La Villa Savoye, considerada por muchos como la obra maestra del gran arquitecto y referente de la Arquitectura Moderna, Le Corbusier.
Finalmente, tras unos 30 minutos de recorrido a pie desde la Estación, y luego de atravesar el pequeño centro de la Ciudad, un largo cerco verde sobre la Rue de Villiers se interrumpe por apenas dos metros, y un solitario cartel indica la entrada al predio perteneciente a la vivienda. La ausencia de elementos majestuosos o protocolares, la simpleza en las indicaciones y en el entorno reflejan desde el inicio las premisas rectoras de la filosofía de Le Corbusier, aquellas que lo acompañarían durante toda su labor como arquitecto, y que aún hoy continúan siendo referencias para la enseñanza de la arquitectura en la contemporaneidad.
Un sencillo camino peatonal y vehicular nos conduce, ondulante, hacia el interior del frondoso bosque, preparándonos para el descubrimiento de la construcción: la vivienda, inmaculadamente blanca, se recorta sobre el entorno natural como una simple caja de proporciones marcadamente horizontales, perforada por ventanas corridas y con un gran volumen con curvas y contracurvas en su cubierta. La planta baja, desmaterializada en mayor o menor medida en sus cuatro fachadas, se diluye a primera vista en las sombras proyectadas por el gran volumen de la primera planta, generando una suerte de 'caja suspendida' que flota en medio de un entorno natural prácticamente virgen, inalterado.
La vivienda refleja con magistral sobriedad aquellas premisas que se transformaron, posteriormente a su finalización en el año 1929, en los famosos 5 puntos de la Arquitectura Moderna según Le Corbusier: la utilización de pilotis como estructura, limitando el contacto de la arquitectura con el nivel cero (el terreno) a su mínima expresión, elevando a su vez las funciones y dejando una planta baja completamente liberada; estructura que además funciona de manera independiente a los muros y cerramientos de la vivienda, característica esencial para la liberación de fachadas y muros de carga, que desaparecen como histórico sistema estructural y permiten ser perforados de manera corrida, sin interrupción, obedeciendo puramente a fines estéticos o proyectuales. Por último, la concepción del elemento arquitectónico como poseedor de una quinta fachada (la superior), permite la utilización de la misma con función, eliminando su naturaleza de espacio residual. Estas características, evidentes reflejos del pensamiento de un profesional del espacio, destacan a primera vista, pero se acentúan y van calando un poco más hondo a medida que se transita la vivienda, que se perciben los espacios y se penetra en sus interiores-exteriores fusionados.
Las rampas y escaleras internas, esculturalmente macizas y con fuerte presencia visual en el espacio, refuerzan el concepto de 'promenade architecturale' (paseo arquitectónico), transformando el recorrido de la vivienda en un evento en sí mismo, durante el cual suceden cosas: se percibe, se siente, se piensa, se vive. De esta manera nos trasladan, nos alejan del nivel del piso elevándonos hacia la primera planta, donde se suceden las funciones de uso cotidiano.
Funcionalmente, las estancias privadas se agrupan en un lado, conformando una especie de ELE con el ambiente principal (la sala de estar-comedor), y abrazando ambas alas una gran terraza de expansión en altura, limitada en su perímetro por un muro perforado de forma corrida, a través del cual el entorno natural se hace presente de manera continua, enmarcado cual obra de arte.
Finalmente,
vaciamos con nuestra percepción visual la solidez inicial, la 'caja maciza
suspendida'; ahora la habitamos, desnudamos su interior, observamos las copas
de los árboles desde su altura: somos parte de ese lleno aparente, de ese vacío
en altura.