Travesuras de la niña mala

01.11.2020

Un relato en primera persona sobre la ciudad de Barcelona, Catalunya, España

Cada día la ciudad recibe nuevos habitantes, y si en sus calles uno agudiza los oídos, entre la multitud se escucha lo mismo en diferentes idiomas.

'Yo vine por el verano y llevo diez inviernos.'

'Yo vine a estudiar un año y llevo veinte aprendiendo.'

'Yo vine por odio y me quedé por amor.'

Barcelona es una ciudad seductora. No importa si estás de visita. Siempre terminas viviendo en ella.

Cuentan que los mismos romanos en el año 218 A.C. fundaron esta ciudad inmovilizados por la belleza de su geografía.

Hay quienes aseguran que en la edad media las murallas se ampliaron sólo para albergar más enamorados y otros que en el siglo XIX se derribaron para expandir el amor.

Hoy la ciudad sigue sumando pretendientes que encuentran su lugar en el mundo y hacen al mundo propietario de este lugar.


Barcelona es la construcción perfecta del paraíso porque en ella cada uno puede imaginar su propio paraíso.

Pero cobijarse en su clima, bañarse en sus aguas o subir sus montañas no es gratuito.

No importa si se maquilla gótica o modernista, Barcelona siempre pide algo a cambio. Quedarse significa que unas veces hay que dejar un ser querido y otras dejar de ser uno mismo.

Es así que al pisar esta ciudad probablemente uno descubre que no es de ninguna manera y advierte que todos cambian sus roles. Los arquitectos son camareros, los ladrones trabajan, los diseñadores venden seguros y los doctores vuelven a ser estudiantes. Quien vino soltero se casa y quien llegó avejentado rejuvenece.

Barcelona tiene la propiedad de hacerte infinitamente dichoso y de completarte dejando un vacío.

Cada día la ciudad despide nuevos habitantes, y si en el puerto o en la estación uno agudiza los oídos, entre la multitud se escucha lo mismo en diferentes idiomas.

Adiós!

Gracias por todo!

Hasta siempre!

Barcelona es una ciudad de paso eterno. Algunos logran escapar de este lugar, pasar años y hasta la vida entera fuera de ella, pero por más que habiten otro sitio y forjen la vida en otra tierra, siempre seguirán siendo lo que fueron en esta ciudad.

Nunca dejarán de vivir en Barcelona pues no hay un día que se pueda dejar de vivir un gran amor.

A mi ciudad, a mi vida, a mi amor, 

Barcel-ana.


TEXTO: Manuel García Olivares

FOTOGRAFÍA: Florencia Pazos, Daniela Squarisi